Hoy a las 12:30 PM (hora Stgo., Chile 15:30 GMT) el Sol entra en Tauro. Puedes leer una publicación anterior sobre el tema Aquí
El trabajo, relacionado con este signo, que Euristeo le impone a Hércules consiste en atrapar vivo el toro de Creta. La mitología griega identifica al toro en cuestión con dos toros diferentes:
– Uno es el toro que surgió del mar y con el que Pasifae concibe al Minotauro.
– El otro toro es el que llevó a Europa hasta las costas de Creta. Europa fue seducida por Zeus, transformado en toro, y llevada en su lomo a través del mar hasta la isla de Creta, donde la convirtió en Reina.
De la relación de Zeus con Europa nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamente, a los que el rey de Creta, Asterión, crió como propios.
Minos se casó con Pasifae y cuando murió Asterión, aspiró a ser rey de Creta. Para justificar sus pretensiones le pidió al dios Poseidón, señor de los mares, que le entregara un toro para sacrificarlo. Éste consintió a sus deseos y de las olas apareció un espléndido toro blanco, tan hermoso, que Minos en lugar de sacrificarlo, lo envió a sus propios rebaños como semental.
Esto refleja parte del lado sombrío de Tauro cuando es dominado por la codicia y la vanidad. Asimismo, como relata Daniel Dancourt, la negación al sacrificio del toro se convierte en una negación al desarrollo del espíritu, ya que dicho sacrificio habría significado el de la propia avaricia. Y el «miedo», a la habitual búsqueda de la seguridad que inmoviliza al ser humano.
Y para satisfacer al dios, Minos buscó el segundo mejor de sus toros y lo sacrificó en lugar del primero.
Pero Poseidón como dios, no era engañable y castigó a Minos, enloqueciendo al toro. Además, llamó a Afrodita -la de mirada vacuna-, para fraguar otra venganza: La diosa hizo que el toro desatara una pasión desenfrenada en la esposa del rey Minos. Pasifae se las arregló para satisfacer su ardiente lujuria -otro aspecto sombrío de Tauro-, con la ayuda de Dédalo -un genial inventor y escultor-, artífice de estatuas que parecían vivas, quien construyó una vaca de madera de tamaño real en cuyo interior se escondió la reina. Fue así como ella engañó al toro que dio rienda suelta a su natural fogosidad. Pasifae aplacó su deseo y el resultado de esta extraña relación fue el nacimiento del Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre que se alimentaba exclusivamente de carne humana. Cada siete años se le debía ofrecer en sacrificio catorce jóvenes vírgenes, siete varones y siete mujeres, con los que el Minotauro saciaba su apetito.
Alertado por unos oráculos, Minos no se atrevió a matar a la extraña criatura y le pidió a Dédalo que construyera un lugar donde albergarle, lejos de cualquier mirada humana. El escultor diseñó entonces un intrincado laberinto de piedra en el que vivió el Minotauro.
Otro aspecto de Tauro es su visión realista de la vida que limita su percepción a las cosas como son aparentemente, y no quiere profundizar en las realidades ocultas, el inconsciente, las emociones reprimidas, un mundo subterráneo que va más allá de las buenas intenciones taurinas. Si sólo se percibe lo aparente, la vida es un laberinto sin salida. Por eso Tauro tiene que aprender de la visión profunda y a veces retorcida de su signo opuesto Escorpio.
Por otra parte, el toro blanco enloquecido por Poseidón, echaba fuego por la nariz, pisoteaba las cosechas y mataba a embestidas a todo el que se cruzase con él. Euristeo, enterándose de las terribles destrucciones en Creta pensó que sería un desafío insalvable para su primo Hércules y le ordenó: «Irás a Creta, capturarás al toro y me lo traerás vivo». En Creta, Minos le brindó una espléndida bienvenida y le narró con detalle las desgracias que el toro estaba causando a su pueblo y a sus tierras, pues los campesinos ya no se atrevían a labrar la tierra y las cosechas se arruinaban.
Hércules, en esta tarea, decidió ir solo a la batalla, no llevar ningún arma y valerse únicamente de unas cadenas de bronce para atraparlo. Al ver a Hércules el animal lo embistió, pero el héroe consiguió amarrarle las patas con las cadenas, subirse al lomo, aferrarse a sus pitones, dominarlo y conducirlo a través del mar Egeo hasta el barco que los llevó de regreso a Micenas.
Cuando llegaron ante la presencia del rey, sorprendido por el coraje de Hércules, Euristeo anunció que sacrificarían al animal celeste en el templo de Hera. Sin embargo ésta rechazó la ofrenda, pues
seguía considerando a Hércules su enemigo y no aceptó nada que viniese de sus manos. De esta manera, Euristeo soltó a la bestia en la llanura de Maratón donde siguió causando estragos durante muchos años.
Fue el héroe ateniense Teseo, quien se encargó más tarde de finalizar esta historia capturando al toro y sacrificándolo a Apolo.
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